La pandemia de COVID-19 ha puesto a prueba los sistemas de salud y ha exacerbado las deficiencias del sistema y las vulnerabilidades de las subpoblaciones, “exponiendo así el impacto dañino de las desigualdades en todas las sociedades”. También ha alterado drásticamente la prestación de atención de salud materna neonatal; Algunos de los esfuerzos para frenar el virus violan los derechos de las mujeres, sus recién nacidos y sus familias.

En tiempos de crisis, es una práctica estatal común restringir algunos derechos, con el argumento de que son secundarios a la seguridad o la gestión de recursos de emergencia. Sin embargo, mantener el derecho a servicios esenciales de SMN, garantizando calidad, continuidad y atención respetuosa, es fundamental para prevenir la muerte y la discapacidad. Los primeros modelos estiman aumentos significativos en la mortalidad debido a la reducción de la disponibilidad de servicios de SMN como resultado de la COVID-19.