Las muertes periparto siguen siendo significativamente altas en los países de ingresos bajos y medios, incluido Kenia. La pandemia de COVID-19 ha perturbado los servicios esenciales, lo que podría provocar un aumento de la mortalidad y morbilidad materna y neonatal. Además, los cierres, los toques de queda y el mayor riesgo de contraer COVID-19 pueden afectar la forma en que las mujeres acceden a los servicios de salud. El SARS-CoV-2 es un nuevo coronavirus que requiere una respuesta centrada en la comunidad, no solo intervenciones hospitalarias. En esta prolongada crisis de salud, las mujeres embarazadas merecen un parto seguro y humanizado que priorice la seguridad física y emocional de la madre y el bebé. Existe una necesidad urgente de estrategias innovadoras para prevenir el deterioro de los resultados maternos e infantiles en un sistema de salud que ya está bajo presión.